Artículos semanales

La serie «Adolescencia»: análisis psicológico y cómo ayudar a tu hijo/a
ATENCIÓN, PUEDE HABER «SPOILERS» La miniserie británica Adolescencia, disponible en Netflix, ha generado un intenso debate social y psicológico. Con tan solo cuatro episodios, esta producción aborda temas cruciales como la salud mental juvenil, la violencia de género y la influencia de las redes sociales en los adolescentes. A través de la historia de Jamie Miller, un adolescente de 13 años acusado del asesinato de una compañera de clase, la serie invita a reflexionar sobre los factores que pueden llevar a un joven a cometer actos extremos. ¿Cómo retrata la serie a los adolescentes? La serie Adolescencia ofrece un retrato implacable, lúcido y profundamente inquietante de la adolescencia contemporánea. Lejos de idealizar o caricaturizar a los jóvenes, los muestra en su complejidad: emocionalmente fragmentados, sometidos a una presión constante para encajar, y con una notable carencia de herramientas para gestionar sus emociones. Jamie, el protagonista, encarna la figura de un adolescente común, no especialmente problemático en apariencia, pero sí emocionalmente desbordado por una realidad que le sobrepasa. La serie lo dibuja como un joven que transita entre la invisibilidad afectiva y la sobreexposición digital, sin una red de contención sólida ni un adulto que le sirva de ancla o referente emocional claro. Los adolescentes que aparecen en la trama no son “malos”, ni tampoco simplemente víctimas. Son, en muchos casos, producto de una sociedad que les exige madurez precoz mientras les niega espacios reales para ser escuchados. Se mueven entre la indiferencia de los adultos, la tiranía de las apariencias en redes sociales y la constante amenaza de exclusión por parte de sus pares. La serie no moraliza, pero tampoco absuelve: expone. Y al hacerlo, lanza una advertencia urgente sobre el abandono emocional al que muchos adolescentes están siendo sometidos en silencio, en medio de entornos que priorizan la

El estoicismo y la terapia cognitivo conductual: Diálogos entre razón, emoción y conducta
En AC Psicología creemos en la importancia de conectar la sabiduría clásica con las herramientas más efectivas de la psicología moderna. Cada día en consulta vemos cómo nuestros pacientes buscan comprender sus emociones y recuperar el control sobre sus pensamientos. En ese camino, a veces miramos hacia atrás, hacia las raíces del pensamiento filosófico, y encontramos en el estoicismo un espejo sorprendentemente útil. Esta filosofía milenaria, tan alejada en el tiempo como cercana en esencia, dialoga de forma natural con la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), uno de los enfoques terapéuticos que más utilizamos en nuestra práctica. ¿Qué es el estoicismo? El estoicismo es una filosofía de vida que nació en Atenas en el siglo III a.C. Su fundador, Zenón de Citio, no enseñaba en templos ni universidades, sino al aire libre, en un pórtico público llamado Stoa Poikile. De ahí viene su nombre. A pesar de su antigüedad, sus ideas siguen siendo sorprendentemente útiles hoy en día. ¿En qué consiste? En esencia, el estoicismo enseña que no podemos controlar todo lo que nos sucede, pero sí cómo respondemos a ello. Los estoicos creen que debemos centrarnos en lo que depende de nosotros: nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestras emociones. Y aceptar con serenidad aquello que no está en nuestras manos, como el comportamiento de otras personas, los cambios inesperados o los reveses de la vida. Lejos de buscar la frialdad emocional, el estoicismo propone comprender nuestras emociones para no dejarnos arrastrar por ellas. Se trata de cultivar una actitud serena, consciente y fuerte ante los altibajos de la vida. La clave está en actuar con virtud: con sabiduría, justicia, valentía y templanza. Para los estoicos, tener salud, dinero o fama no es lo más importante. Esas cosas pueden ser agradables, pero no son esenciales. Lo esencial es vivir con sentido, con

Secuestro Emocional: El Desbordamiento de las Emociones y Cómo Evitarlo
El término “secuestro emocional” suele describir un momento de descontrol psíquico en el que las emociones dominan por completo la conducta y la capacidad de razonar de la persona. Cuando se produce este tipo de desbordamiento, nuestra reacción puede llegar a ser totalmente irracional y desadaptada. Experimentar un secuestro emocional puede llevarnos a actuar de formas que, en otras circunstancias, no podríamos imaginar. Históricamente, el estudio del secuestro emocional nos ha ayudado a comprender la importancia de regular nuestras reacciones para prevenir episodios en los que las emociones toman el mando. En este artículo, exploraremos qué es exactamente este fenómeno, sus orígenes, causas, ejemplos y cómo se relaciona con un hecho llamativo: la autolesión de Pep Guardiola durante un partido de fútbol. También veremos algunas claves para evitar y superar este tipo de secuestros emocionales. ¿Qué es el secuestro emocional? El secuestro emocional, también conocido como “secuestro amigdalino”, constituye un fenómeno psíquico en el que las emociones irrumpen de manera tan intensa que se tornan incapacitantes para la razón. Desde la perspectiva de AC Psicología —donde abordamos habitualmente trastornos de ansiedad y situaciones de alta reactividad emocional— podemos afirmar que, cuando esta desregulación ocurre, la amígdala y otras estructuras cerebrales vinculadas a la supervivencia se disparan a tal velocidad que secuestran por completo nuestra capacidad de pensamiento racional. Dicho de otro modo, la lógica se ve prácticamente anulada por la magnitud de las emociones que irrumpen. Esta reacción se produce debido a que, ante un estímulo que el cerebro interpreta como amenazante (real o percibido), el sistema nervioso simpático activa respuestas automáticas de lucha o huida. En estos instantes de sobrecarga, quienes somos expertos en ansiedad sabemos que los niveles de adrenalina y cortisol se disparan y la actividad de la corteza prefrontal —zona relacionada con la toma de decisiones

Neurodivergencias ¿Te identificas con alguna de ellas?
El término “neurodiversidad” se ha vuelto cada vez más relevante en ámbitos clínicos, educativos y sociales. Identifica las diferencias neurológicas como variaciones naturales en el desarrollo humano, en lugar de concebirlas únicamente como trastornos. En los últimos años, el enfoque ha evolucionado hacia el reconocimiento de las fortalezas y singularidades que cada persona aporta a su entorno. Desde AC Psicología, resulta fundamental visibilizar estas divergencias, no solo para fomentar la inclusión, sino también para apoyar a quienes pueden estar viviendo situaciones de incomprensión o desconocimiento. ¿Qué es la neurodivergencia? La neurodivergencia se refiere a aquellas condiciones neurológicas que difieren del patrón considerado “típico”. El término surge en la década de 1990 como parte de un movimiento social y científico que promueve el valor de la diversidad cerebral. Abarca una amplia gama de variaciones, desde el Trastorno del Espectro Autista (TEA) hasta la dislexia, la discalculia o el TDAH, entre otras. En lugar de focalizarse únicamente en las dificultades, cada vez se presta más atención a las capacidades únicas que se derivan de estas formas de procesamiento cognitivo. Tipos de Neurodivergencias Existen diversas expresiones de la neurodivergencia, aunque algunas de las más comunes son: Es importante resaltar que cada persona es un universo único y que las manifestaciones varían en intensidad y forma, incluso dentro de una misma etiqueta diagnóstica. Neurotípico VS Neurodivergente Para comprender mejor la neurodiversidad, es útil contrastar el funcionamiento neurotípico con el neurodivergente. No se trata de estigmatizar a unos u otros, sino de reconocer la variedad de formas de procesar la realidad. En este sentido, la neurodiversidad es un concepto que aboga por la aceptación y la inclusión de las distintas condiciones neurológicas. ¿Cómo me doy cuenta si soy neurodivergente? Las señales que pueden llevarte a sospechar de una condición neurodivergente varían según cada tipo. Sin

Depresión blanca: La Salud Mental en Navidad
La Navidad, tradicionalmente vista como una época de alegría y celebración, puede ser un desafío emocional para muchas personas. Mientras que algunas disfrutan de las festividades, para otras la temporada navideña puede desencadenar una serie de emociones negativas que afectan su bienestar mental. Este fenómeno, conocido como depresión blanca o blues navideño, se refiere a un descenso del ánimo asociado a las fiestas, que no siempre se comprende con claridad. Las expectativas sociales, el clima invernal y las tensiones familiares pueden contribuir a un periodo de melancolía. El impacto psicológico de las Navidades La Navidad está cargada de significados, muchos de los cuales provienen de presiones sociales y familiares. Las expectativas de estar rodeado de seres queridos, la necesidad de ser feliz y la constante comparación con imágenes idealizadas de la festividad en los medios de comunicación pueden generar un peso emocional considerable. Para quienes atraviesan momentos difíciles, como la pérdida de un ser querido, problemas familiares o problemas económicos, estas festividades pueden intensificar el dolor o la tristeza, creando un espacio emocionalmente abrumador. El estrés navideño tiene diversas fuentes. Desde las tensiones por los gastos económicos hasta las tensiones familiares que surgen en reuniones o celebraciones, todo esto puede desencadenar sentimientos de ansiedad, fatiga o desesperanza. La presencia de estos factores, combinados con la falta de luz solar en los meses de invierno, puede agravar los síntomas de la depresión y la ansiedad en algunas personas. El estrés del espíritu navideño: el síndrome del Grinch El síndrome del Grinch, un término que hace referencia a aquellos que sienten aversión por la Navidad, refleja el malestar emocional que algunas personas experimentan en esta época. Lejos de la idea romántica de las fiestas, este síndrome se manifiesta en la irritación o el desinterés por las celebraciones, la falta de conexión con

¿Hablar solo es malo?
En AC Psicología, muchas personas nos han consultado acerca del acto de hablar consigo mismas, especialmente cuando este comportamiento se asocia con sentimientos de aislamiento o se percibe como un indicio de posibles problemas de salud mental. Sin embargo, es importante aclarar que hablar en voz alta consigo mismo no siempre es un signo de alerta. De hecho, este hábito puede tener diversas interpretaciones, dependiendo del contexto y de cómo se lleve a cabo. En este artículo, exploraremos en profundidad qué significa hablar solo, sus implicaciones psicológicas y cómo, en función de las circunstancias, puede resultar tanto beneficioso como perjudicial para nuestro bienestar emocional. La psicología detrás de hablar solo Hablar consigo mismo es un comportamiento humano común que se observa en diversas situaciones. Desde la infancia hasta la adultez, las personas tienden a verbalizar sus pensamientos de manera privada. Según los psicólogos, esta práctica se denomina «autodiálogo» y no debe ser confundida con signos de locura. De hecho, la psicología sostiene que el autodiálogo puede ser un mecanismo de auto-regulación cognitiva y emocional, contribuyendo al bienestar mental. El proceso de hablar solo permite al individuo organizar sus pensamientos, tomar decisiones más claras y resolver problemas. Al verbalizar lo que ocurre en su mente, la persona puede estructurar su pensamiento de manera más lógica, lo que facilita el análisis de situaciones complejas. Este tipo de autocomunicación favorece la introspección y mejora la concentración, ya que al hablar en voz alta se externalizan los procesos internos, haciendo que el pensamiento se vuelva más tangible y manejable. El autodiálogo positivo vs. el negativo Como ocurre con muchos aspectos de la psicología humana, el autodiálogo puede ser positivo o negativo. Un autodiálogo positivo implica el uso de frases constructivas que fomentan la motivación, la autoaceptación y el autoconocimiento. Este tipo de diálogo interno

¿Soy celoso/a? ¿Como evitarlo?
Los celos son una emoción universal que, en dosis moderadas, pueden reflejar interés y apego hacia alguien. Sin embargo, cuando se desbordan, se convierten en un obstáculo para las relaciones saludables y el bienestar personal. Si te preguntas «¿Soy celoso/a?» y buscas formas de evitar que esta emoción controle tu vida, este artículo es para ti. Exploraremos qué son los celos, sus causas, tipos y estrategias para superarlos. ¿Qué son los celos? Los celos son una respuesta emocional compleja que surge ante la percepción de una amenaza, real o imaginaria, hacia una relación significativa. Esta emoción combina sentimientos de inseguridad, miedo, ansiedad y preocupación por perder la atención o el afecto de alguien importante en nuestra vida. Los celos pueden actuar como un reflejo del valor que le otorgamos a una relación, pero también pueden indicar inseguridades personales y temores profundos. Aunque comúnmente se asocian con relaciones de pareja, los celos pueden manifestarse en diversos ámbitos: amistades, relaciones familiares e incluso en el entorno laboral. Por ejemplo, un hermano puede sentir celos ante la llegada de un nuevo miembro a la familia, o un empleado puede experimentar celos profesionales hacia un compañero que recibe reconocimiento. Entender la naturaleza multifacética de los celos es crucial para abordarlos de manera efectiva y evitar que afecten negativamente nuestras relaciones. ¿Por qué se producen los celos? Causas principales Las causas de los celos son variadas y pueden estar arraigadas en experiencias personales y emocionales: Celos «Buenos» y Celos «Malos» Los celos pueden manifestarse de formas que van desde lo saludable hasta lo perjudicial, y es importante distinguir entre los «buenos» y los «malos» para comprender su impacto en nuestras relaciones. Reconocer la diferencia entre estos tipos de celos es esencial para mantener relaciones saludables. Mientras que los celos «buenos» pueden gestionarse y canalizarse positivamente,

Redes Sociales y su Impacto en la Salud Mental
Vivimos en una era donde las redes sociales han pasado de ser una simple herramienta de comunicación a convertirse en una parte integral de nuestras vidas. Nos conectan con amigos y familiares, nos permiten compartir momentos significativos y nos mantienen informados al instante. Sin embargo, en AC Psicología hemos observado cómo esta conectividad constante también puede tener repercusiones profundas en nuestro bienestar emocional. Es innegable que las redes sociales han transformado nuestra forma de relacionarnos y entender el mundo. Pero detrás de cada publicación y cada «me gusta», existe una realidad más compleja que afecta nuestra salud mental. Queremos compartir contigo cómo esta revolución digital influye en aspectos como la ansiedad, la depresión y la autoestima, y ofrecerte herramientas para navegar este mundo virtual de manera más saludable. ¿Cómo afecta esta revolución de redes sociales a la salud de las personas? El impacto de las redes sociales en nuestra salud mental es un tema que nos preocupa y ocupa en AC Psicología. Hemos notado en nuestra práctica diaria cómo el uso excesivo o inadecuado de estas plataformas puede generar malestar psicológico en diversas formas. Ansiedad La ansiedad es más que una simple sensación de nerviosismo; es una emoción que puede paralizar y afectar profundamente nuestro día a día. Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), se caracteriza por sentimientos de tensión, preocupación constante y cambios físicos como el aumento de la presión arterial. En el contexto actual, muchas personas experimentan un incremento en trastornos de ansiedad vinculados al uso de redes sociales. La necesidad de estar siempre conectados, el temor a perderse algo importante (FOMO) y la sobrecarga de información pueden generar un estado de alerta permanente. Hemos observado cómo esta hiperconectividad puede desencadenar ataques de pánico, trastorno de ansiedad generalizada e incluso comportamientos obsesivo-compulsivos. Depresión La depresión es una

Abusos Sexuales en la Infancia: Cómo Detectarlos y Qué Hacer en España
El abuso sexual infantil es una de las experiencias más traumáticas que un niño puede vivir, dejando secuelas profundas en su desarrollo emocional, social y psicológico. La detección temprana y el acceso a los recursos adecuados son esenciales para proteger al menor y ofrecerle el apoyo necesario. En este artículo, abordaremos cómo detectar los signos de abuso, qué hacer si se sospecha de un caso en España, y las secuelas emocionales que puede dejar, así como las terapias disponibles para su tratamiento. Cómo Detectar el Abuso Sexual Infantil El abuso sexual infantil es difícil de detectar, ya que a menudo se realiza en secreto, y el niño puede sentir miedo o vergüenza de hablar sobre lo que está ocurriendo. Sin embargo, existen signos que pueden levantar sospechas, tanto en su comportamiento como en su estado emocional y físico. Cabe destacar que el 85% de los abusos sexuales infantiles son cometidos por un familiar cercano, mientras que el resto ocurren a manos de personas cercanas al entorno del niño, como amigos de la familia, vecinos o cuidadores. Cuando el abuso es cometido por un familiar directo y cercano, y se disfraza como un juego, los niños muy pequeños no siempre desarrollan un trauma inmediato. Sin embargo, al llegar a la adultez, si recuerdan o descubren lo ocurrido, el impacto psicológico puede ser devastador, generando trastornos sexuales, disfunciones y dificultades en las relaciones íntimas. Signos Comportamentales: Signos Físicos: ¿Qué Hacer si Sospechas de Abuso en España? Si detectas señales de abuso sexual infantil, es importante actuar con rapidez pero también con cuidado para proteger al niño. A continuación, te explicamos los pasos a seguir: Secuelas del Abuso Sexual Infantil El impacto del abuso sexual en la infancia puede tener consecuencias devastadoras a corto y largo plazo. Las secuelas emocionales y psicológicas más

Tipos de dependencia Emocional
La dependencia Emocional es uno de los problemas actuales que más se observa en consulta psicológica actualmente. Este problema aún no ha quedado tipificado en el DSM, ni en ningún manual diagnóstico. Lo mas parecido que podemos encontrar es el trastorno de personalidad dependiente. Sin embargo esto, es una tipología mucho mas compleja y tipificada. En cuanto a esta depedencia afectiva, se puede determinar que existen tres modelos o tipos de depedencia: Causas de las dependencias Emocionales En cuanto a las causas de este problema, podemos encontrar diversas explicaciones, aunque nos vamos a centrar en las tres principales que suelen ser el origen del problema: LAS 10 REGLAS QUE SIGUE UNA PERSONA DEPENDIENTE EMOCIONALMENTE Por último las personas dependientes tienen cómo un mantra muy fijo en su mente que se corresponde con diez reglas, las mismas ayudan a mantener la dependencia afectiva: Aquí habeis visto los tipos, causas y reglas de la dependencia emocional en pareja o con familiares y amigos.

Diferencias entre ansiedad, pánico, estrés, nerviosismo y angustia.
Cuando hablamos de diferencias en ansiedad y pánico, hemos generalizado esta palabra para diferentes conceptos. En la actualidad parece que cualquier malestar psicológico está asociado a la ansiedad. Muchas veces estamos sufriendo otra tipología de problema cómo la angustia, sin embargo tendemos al termino anisogino. Es importa saber que la ansiedad, el pánico, el estrés, la angustia y el nerviosismo son diferentes entre sí. En mi experiencia de psicólogo en Cartagena muchas veces me he encontrado con personas que asistían afirmando tener ataques de ansiedad. Una vez bien analizado el problema hemos descubierto que era angustia o una acumulación de situaciones que acababa generando un estrés elevado. Diferencias: Qué hacer en cada caso con: Ansiedad, Pánico, Estrés, nerviosismo y angustia En cuanto a cómo eliminar y trabajar cada problema, referenciar que las respiraciones y las relajaciones son útiles para una ansiedad baja y para el estrés. En casos de ansiedad más elevada, de pánico, de fobias, etc.. las respiraciones pueden no ser útiles y empeorar los síntomas. La ansiedad y el pánico se deben trabajar con protocolos de psicología más complejos como los creados por Nardone. En cuanto al nerviosismo debemos trabajarlo con alguna actividad psicomotriz que lo aumente en una franja corta de tiempo para producir después una bajada y relajación. El estrés es recomendable la práctica del pequeño placer diario para eliminarlo. Por último en cuanto a la angustia se trabaja a través de la escritura y la expresión Emocional.

Burundanga: La droga del abuso
El uso de la “Burundanga” supone un notable riesgo para las personas y sobre todo existe un gran desconocimiento sobre este tipo de sustancias. Mucha gente piensa que se trata de un mito o simplemente jamás ha oído hablar sobre ello, cuando realmente la familia a la que pertenecen este tipo de plantas tóxicas: las solanáceas, es bastante común. La patata, por ejemplo, pertenece a esta familia y en las calles de Colombia se puede ver prácticamente en cada esquina el árbol de la brugmansia o “floripondio”, del cual se extraen sus semillas para la elaboración de la droga.Esta sustancia no se caracteriza como droga de abuso. No se utiliza en contextos de consumo de drogas. Su utilización sirve para aprovecharse de otras personas, que caen en un estado “hipnótico” en el que su voluntad se ve completamente anulada. Posee una peligrosidad altísima al ser extremadamente tóxica, provocando una intoxicación aguda muy potente.Por otro lado, se deben optimizar los protocolos de actuación de los hospitales, poniendo énfasis en la rapidez y especificidad de los análisis toxicológicos, cuando hay sospecha de intoxicación no voluntaria por algún tipo de droga de sumisión. • La burundanga no es una planta, sino un conjunto de plantas. Se trata de la familia solanaceae, los árboles, plantas y arbustos de esta familia contienen, entre otros, unos alcaloides de estructura similar a la atropina. El alcaloide que más destaca y aparece en los análisis toxicológicos es la escopolamina, del cual hablaremos más adelante. La burundanga podría no incluirse (por sí misma) en una publicación sobre drogas de abuso si no fuese por el hecho de que se usa con fines delictivos, como un tóxico, diluido en bebidas o aspirado en cigarrillos, para provocar la sedación en personas que posteriormente, serán víctimas de rapto, abusos sexuales, robo, tráfico…etc.No es una droga para “divertirse”, es el arma