El juego patológico y el Género

El juego patológico es un trastorno del control de los impulsos. Se caracteriza por una marcada necesidad de jugar que no puede controlarse. Es una sensación de creciente tensión antes de llevar a cabo dicha conducta y una experiencia de placer y gratificación en acto. La adicción al juego afecta a un número importante de personas que sufren graves consecuencias en el ámbito de la vida personal, familiar y laboral.
El juego se legalizó en España en el año 1997. En la actualidad, los españoles y los alemanes somos los europeos que mayor gasto por ciudadano dedicamos a los juegos de azar.

Diferencias en el trastorno

Durante muchos años se ha considerado un trastorno propio de varones de mediana edad. No es de extrañar que la mayor parte de las investigaciones hayan tenido como participantes a pacientes masculinos. Además, ha habido pocos estudios sobre las diferencias de género en la adicción al juego. Solo un tercio del total de ludópatas son mujeres.
Sin embargo, los datos epidemiológicos evidencian que cada vez resulta más frecuente encontrar en las consultas de salud mental a jóvenes adolescentes. Son mujeres con conductas adictivas y comportamientos que manifiestan una marcada falta de autocontrol sobre los propios impulsos.
De entrada, la prevalencia de la patología es distinta, las estadísticas indican una razón de una mujer con problemas de juego por cada dos hombres afectados. Dichos datos se deben tomar con extremada cautela. Las las mujeres acostumbran a llevar este tipo de adicción con mayor sigilo, debido quizás al estigma social que subyace y a la escasa demanda de tratamiento por parte de éstas.

Estudios de la población

De los adictos al juego patológico detectados en los estudios epidemiológicos en la población general, las mujeres constituyen el 30% del total. Sin embargo, en los centros clínicos de tratamiento las mujeres representan no más del 10%-15% del total de los pacientes. Hay, por tanto, una población oculta de mujeres que no consultan por su trastorno o que lo hacen tardíamente, cuando la situación es ya grave y cuando el pronóstico resulta más complicado.
En cuanto a la preferencia de juego, los hombres manifiestan mayor preferencia por las máquinas recreativas con premio o frecuentan los casinos. En cambio, las mujeres se sienten más atraídas por los bingos.
Recientes estudios han evaluado las diferencias clínicas y de personalidad en ambos sexos con problemas de juego patológico.

Los varones tienen frecuentemente un historial de abuso de alcohol o de conductas antisociales y muestran rasgos de impulsividad o de búsqueda de sensaciones. Además gastan más dinero, lo que se traduce en mayores conflictos con la familia y los amigos.
Por otro lado, las mujeres suelen sufrir más estados emocionales negativos y ansiosos, una menor autoestima y una mermada capacidad para abordar los problemas.
Una de las conclusiones principales de estas investigaciones revela que las mujeres juegan a menudo para escapar de los problemas o hacer frente a la mala relación de pareja o a la soledad y pueden haber sufrido antecedentes de abuso sexual o maltrato físico en la infancia.
Además el inicio del trastorno es más tardío en ellas, pero presenta una evolución también más rápida. Los síntomas tienen un debut más brusco.
En conclusión, se debe tener en cuenta que las mujeres con problemas de juego responden mejor al tratamiento si se toman en cuenta estas características diferenciales. Por ello, parece haber diferencias de género en el perfil clínico y de comorbilidad de los pacientes, que deben tomarse en consideración en el diseño del tratamiento.

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