Fantasias sexuales

En la consulta relatar una fantasías sexual a tu terapeuta no está exenta de cierto rubor y inseguridad. Estos son un par de relatos que uno puede escuchar:

“Sueño que estoy con mi profesora, que es a la vez mi mejor amiga, besándola…todo empieza con una conversación normal y corriente, pero después nos encontramos besándonos.  Su lengua se balancea y juega con mi lengua, a la vez que sus dedos se deslizan dentro de mi camisa y acarician mis senos, consiguiendo que mis pezones se pongan duros…”

Aunque nos parezca extraño hay personas que no tienen sexo o sus fantasías sexuales son muy escasas o simples. Sin embargo la gran mayoría de personas tenemos sexo y  nuestras fantasías son tan diversas como la propia inquietud de la persona hacia las mismas. Pero en todas ellas nosotros somos su protagonista variando la temática del escenario y el relato de la historia. Podemos ser voyeristas, exhibicionistas, violadores, policías, enfermeras, un pobre hombre indefenso, …un sinfín de personajes que en determinadas escenas y acciones nos llevan  a la excitación máxima “el orgasmo “

Las fantasías no son más que imágenes visuales que nuestra mente genera para construir un relato donde el sexo con otro/s nos ayuda a enriquecer nuestra sexualidad. La fantasía sexual es más rica o menos en función de nuestra imaginación y deseo personal, construimos una imagen de nuestra pareja ideal haciendo justo lo que nosotros quisiéramos que hiciera.  Nuestra vida sexual ocurre al asedio de la fantasía, cuando esta aparece no solo dirige nuestros deseos sino nuestra creatividad hacia nuevos territorios del placer y dándonos a conocer los límites de nuestros presupuestos morales.

Los tapujos sociales, la educación y otros valores más personales como la autoestima o la confianza en uno mismo, influyen en cómo entendemos y asumimos el concepto de excitación sexual.  Estos inhibidores pueden llegar a ser tan relevantes en la construcción de nuestra fantasía sexual como los factores de excitación. En nuestra sociedad existen múltiples presiones sociales que pueden bloquear nuestra capacidad para descifrar nuestros verdaderos deseos sexuales.

La fantasía guarda su magia en nuestra mente ya que muchas veces al ser realizadas pueden perder ese toque especial que nos provocan esas ensoñaciones. No es malo querer hacer realidad una fantasía sexual, de hecho es una manera de llevar vida y un nuevo aire a nuestras relaciones de pareja donde a menudo se ha instalado la monotonía o la rutina. Estas prácticas  siempre por ello deben de ser realizadas con consentimiento mutuo para que su práctica pueda ser gratificante para sus participantes y la experiencia no se convierta en algo desagradable.

Echar a volar nuestra imaginación es muy bueno, porque no tememos sus consecuencias y podemos liberar nuestras frustraciones o tensiones, pero no debemos basar nuestra vida sexual en ellas.

Las fantasías más comunes que cuentan las mujeres

  • Practicar sexo con su pareja en la playa, mar, en público , en casa de una expareja..
  • Tener sexo con otra mujer
  • Reencontrarse con un amor del pasado apasionadamente
  • Ser sometidas a la fuerza por uno o varios hombres
  • Tener sexo oral
  • Practicar sexo casual en un lugar exótico con un hombre irresistible
  • Vivir una historia de amor como en las películas ( romántico )
  • Convertirse en una especie de prostituta

Las fantasías más comunes que los hombres cuentan en sí difieren en aspectos a las de las féminas:

–  Les encantaría verse dominados por una mujer, convirtiéndose en su esclavo sexual.

–  Practicar sexo con una desconocida en un lugar público.

– Hacer un trío con su pareja ( otra mujer).

–  Poder estar observando mientras su mujer está en la cama con otra mujer.

– Observar como practican sexo otras parejas

– Aunque les cuesta expresarlo, ver como su mujer tiene relaciones con otro hombre.

– Participar en una orgía

– Practicar sexo anal.

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