Depresión y sexualidad

Cuando una persona sufre de depresión en la sexualidad se observa el comienzo de problemas sexuales. Las relaciones en pareja y el plano sexual son de los ámbitos más afectados por los estragos de la depresión. Apatía, baja autoestima, falta de energía e irritabilidad son solo algunos de los síntomas depresivos que inciden negativamente en la vida en pareja.

Paradojalmente, una persona deprimida necesita más que nunca del lazo amoroso para salir adelante, aún cuando sea incapaz de demostrar cariño. Una pareja afectada por la depresión puede encontrar en conjunto, paso a paso,  varias maneras de volver a disfrutar todos los aspectos de la vida en común, incluido el sexual.

¿Cómo influye la depresión en la sexualidad?

La depresión no solo involucra un trastorno emocional y psicológico, sino que también presenta causas bioquímicas. Los cambios cerebrales y orgánicos de la depresión generan gran sensación de fatiga por la escasez de sueño, además de falta de espontaneidad, vigor y coordinación corporal, todas aptitudes imprescindibles en la relación sexual.

A ello se suma el desapego afectivo y aislamiento de toda persona deprimida. En consecuencia, se pierde interés en el sexo, actividad interactiva por excelencia, que requiere una conexión íntima y emocional para ser disfrutada a pleno. En el hombre, la sensación de cansancio y dejadez generalmente lleva a la pérdida de libido y la aparición de disfunciones eréctiles. En la mujer, la depresión en la sexualidad es uno de los principales causales de las dificultades para alcanzar el orgasmo.

Pese a las grandes tendencias, también es cierto que algunas personas depresivas encuentran la forma de mantener su vida sexual activa, siendo el sexo una de las pocas vías de satisfacción o desahogo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, cuando una persona con depresión recobra el interés por el sexo, significa un gran paso en la lucha contra la enfermedad.

La depresión no solo afecta la sexualidad por sus características biológicas y psicológicas, sino también a través de los fuertes psicofármacos que se recetan como tratamiento. Las disfunciones sexuales tienen entre sus grandes orígenes el consumo de anti-depresivos y estimulantes, que interfieren principalmente en la capacidad de excitación y en el proceso del orgasmo. Es importante, en estos casos, plantear al médico la posibilidad de cambiar los medicamentos para que tengan la menor incidencia posible en las funciones sexuales.

Pequeños gestos, contra la depresión sexual

En los peores momentos de depresión, quien sufre la enfermedad no ve signo de esperanza alguno de recuperarse. El propio estado depresivo conduce a una mayor depresión.  Sin embargo, la depresión no es igual todos los días. Hay algunas jornadas donde el ánimo parece mejorar: es entonces cuando hay que concentrar el esfuerzo en recobrar el vínculo afectivo, a través de pequeñas acciones que son grandes pasos en la salida de ese pozo de angustia y en la recuperación del interés sexual.

–    Una caminata diaria, preferiblemente en pareja, es un excelente ejercicio para mejorar el ánimo y cambiar el aire. Algunos estudios confirman que el ejercicio físico es tan beneficioso contra la depresión como cualquier psicofármaco.

–    La pérdida de apetito es uno de los principales síntomas de la depresión, lo cual tiene sus efectos adversos en la falta de energía y vitalidad. Alimentarse  diariamente con frutas es un primer paso hacia la recuperación del cuidado a nivel físico y mental.

–    Aunque no se llegue al encuentro sexual completo, se puede y (y debe) mantener el contacto íntimo a través de besos, caricias, arrumacos. Es importante que la persona deprimida no se sienta obligada a tener sexo, sino que las ganas surjan de manera gradual y espontánea.

–    Para el compañero de la persona enferma, atravesar la afección es casi tan difícil como para quien la padece. En el plano sexual, es fundamental no perder de vista que la pérdida de interés no responde a motivos personales sino sintomáticos. Aunque el amor demostrado parezca no ser suficiente, el apoyo constante es imprescindible para que el enfermo se sienta valorado y acompañado.

–    Es sustancial animar a la persona deprimida  a recibir ayuda profesional. Existen muchas terapias alternativas a los nocivos antidepresivos, que involucran la participación de la pareja para que la relación reencienda paulatinamente el fuego apagado por la depresión.

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