Terapia centrada en el juego ¿Qué es?
La terapia centrada en el juego, es una terapia de psicología infantil. En sus inicios fue creada por el prestigioso psicoanalista Carl Rogers, derivándose de su terapia centrada en el cliente.
En la actualidad esta terapia ha añadido técnicas cognitivo conductuales, gestálticas y arte-terapia. Se ha creando un modelo dinámico y divertido donde el niño evoluciona emocionalmente, soluciona sus problemas jugando.
En el desarrollo infantil (0-9 años) el juego es el medio más importante para que los niños se desarrollen y desarrollen una personalidad sana. Los investigadores saben que esta práctica produce un desarrollo intelectual, emocional, social y moral ideal. Es decir el juego hasta los 9 años produce un desarrollo vital óptimo.
La mejor forma en la que los niños se comunican es jugando. El juego sano durante la infancia fomenta una buena autoestima, una buena capacidad de relación y un YO bien estructurado.
Por desgracia dentro de la psicología también se observa que hay niños con un juego «patológico»; esto quiere decir que juegan de manera aislada. También juegan con cierta carga de agresividad, sin compartir con sus iguales o con juegos de corte violento.
Dentro de la terapia centrada en el juego, a través de como el niño juega, y tras hablar con sus padres, se evalúa al niño. En el juego se redirige el problema de consulta, se le muestran nuevas formas de actual, se le muestran valores positivos. Durante la terapia se construyen emociones positivas, auto-valía y finalmente todo esto se adapta a la vida normal. Él mismo no piense que haya asistido a terapia en ningún momento y no se siente incomodo con «un señor mayor» que pregunta.
La terapia sigue el proceso de empezar por un juego espontaneo donde el niño en una primera y segunda sesión juega espontaneamente. Posteriormente se continúa con el juego guiado, donde se van añadiendo valores y trabajo terapéutico. Finalmente se realiza el juego terapéutico, donde se introduce una gran carga relacionada con el motivo de consulta camuflado en el juego. Todo esto permite al niño expresarse libremente, no sentirse atacado y produce un cambio rápido jugando.
En este tipo de terapia no se necesitan muchas sesiones para ver los primeros cambios. El niño viene con mucha disposición a la terapia y se muestra muy participativo, lo cual mejora los resultados.
El momento más duro para todos es siempre la despedida, ya que por lo general el niño no percibe las sesiones como terapia y le gusta venir a su rato de «juego». Para finalizar se debe hacer una sesión final con una buena conclusión de cómo ha mejorado, y se ha trasformado. Después siempre queda la posterior llamada de seguimiento para saludarle y comprobar que todo está bien. Saber que todo va genial ¡es la mejor sensación para un psicólogo!
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