¿Cómo enseñar a mi hijo a estudiar solo?
Un problema que suelo ver en la actualidad, tanto en el colegio, cómo en la consulta es el problema de los niños que no saben estudiar solos. Por lo general los padres suelen ser (con la mejor intención) los que les ayudan para empeorar este pequeño problema.
Los niños tienden a decir que no saben, a llamar continuamente a su padre o madre, a pedir un profesor particular u a negarse a hacer las tareas.
Los padres muchas veces por miedo al suspenso de su hijo, por temores a que se sienta mal, o por el simple hecho de ser muy buenos padres se exceden en ayudarles en las tareas.
Estas dos interacciones provocan que el niño no quiera estudiar solo, ya que a veces es más conveniente un enfado, un llanto, una bronca y que mama y papa hagamos los deberes por él.
Desde la Terapia Breve estratégica y la psicología infantil quiero dar unas pinceladas educativas y una pequeña tarea a los padres para solucionar esto:
- Alternar ayuda y autonomía. «Ahora vas a leer tú solo, yo te escucho, luego lo corregimos juntos», «haz hasta aquí, cuando hayas terminado lo repaso y te ayudo»: de este modo el niño experimenta sus propios recursos, aunque supervisado por el progenitor, que debe limitarse a ayudar solo al principio y al final de una tarea. Es decir un empujón inicial y una corrección final (nada de sentarse dos horas seguidas con él o ella).
- Dudar en vez de animar. Frente a los problemas del estudio, es fundamental promover de manera suave el desarrollo de las capacidades autónomas de resolución de los problemas. Lo hacemos retando a nuestros hijos, ya que si empezamos a resolverles todas sus dudas hemos caído en su trampa. Ejemplo: «es difícil, ¡no sé si sabrás hacerlo! Te dejo un rato y lo vemos», «creo que tardarás al menos quince minutos en terminar, es difícil hacerlo en menos tiempo, hasta después no podre resolver dudas»). Se trata de preparar pequeños desafíos calculados según las capacidades del niño. En vez de caer en su juego de la duda respecto a los deberes, debemos hacerles dudar si ellos solos pueden hacerlo; de forma que esas terribles dudas se convierten en autosoluciones.
- Conceder la posibilidad de error. Es importante dejar al niño espacio, tiempo y derecho a equivocarse («era difícil, del error se aprende»). La corrección puntual del progenitor, sobre todo al comienzo de la etapa escolar, puede desmotivar al niño e impedirle adquirir seguridad. Permitirle errores puntuales a nuestro hijo, y que él mismo los pueda corregir en clase o dejar alguna pequeña tarea sin hacer para que la pregunte en clase es sin duda muy importante. El hecho de que aprenda a tener errores y que ellos no conllevan efectos negativos, si no que adquiera autorecursos de ello es clave para trabajar la frustración
- Gratificar pero sin exagerar. Para los padres es importante dosificar halagos y premios ante los éxitos del niño. Eso se logra circunscribiendo la felicitación al resultado efectivamente alcanzado («¡quién lo hubiera dicho, era difícil!», «este lo has hecho muy bien, veremos qué tal sale el próximo»).
Cuando los niños se niegan a estudiar es otro gran problema, realmente es una pataleta continua para muchos padres. Para ello recomiendo la técnica de la silla caliente:
La Silla Caliente: Se trata de establecer un horario de estudio en un lugar que el niño solo tenga encima de la mesa los libros o deberes. En ese tiempo el niño puede hacer lo que quiera siempre y cuando esté sentado en la silla y sin nada estimulante alrededor.
Por lo general al principio se aburren y no suelen hacer nada, cuando el tiempo llega a un límite empiezan a mirar los deberes o estudios por encima. Cuando empiezan a descubrir que tan solo leyendo las tareas el tiempo pasa más rápido, suelen empezar a estudiar solos. De esta forma convertirnos el infierno de las tareas en un infierno menor; que es el aburrimiento de tener que estar sentado sin absolutamente nada que hacer y sin levantarse de la silla.
By Psicólogo en Cartagena
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